Dejó este mundo el 24 de junio, dejando atrás recuerdos imborrables en los Bomberos de Santiago.
Su característico aullido acompañando el ulular de las sirenas de carros de bomberos aún resuena en el Campo de Entrenamiento “Comandante Máximo Humbser Zumarán”, donde generaciones de Voluntarios y Voluntarias lo conocieron con su cuerpo grande y caminar imponente.
Pero la realidad impone límites a la existencia y Marley no fue la excepción: el martes del 24 de agosto su vida se apagó y ya no hay quien ladre, aúlle y se acerque cariñosamente a que le acaricien el pelaje.
Sus 15 años de vida perruna siempre estuvieron ligadas al Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS). Estiman quienes lo conocieron que llegó alrededor de 2010 al Campo de Entrenamiento, con un año de vida y procedente de la 16ª Compañía, donde, afirman, se forjó esa relación estrecha y cariñosa con el mundo bomberil gracias a los cuidados habituales con los canes de la “Bomba Chile”.
Un relato muy sentido desde los bomberos que lo conocieron señala: “En los últimos cinco años, compartió sus días con su inseparable amigo Tobías -Toby para los cercanos-, con quien recorrió cada espacio y mantuvo la tradición de recibir a quienes cruzaban el portón. Ningún vehículo ingresaba sin ser cuidadosamente inspeccionado por Marley, quien, si el tiempo lo permitía, dejaba su marca personal en cada neumático”.
El relato sentido desde el Campo de Entrenamiento lo retrata en sus actividades habituales: “Su rincón favorito fue siempre la cancha de pasto, ese espacio que tantas veces albergó ejercicios, simulaciones y entrenamientos. Allí corrió, se revolcó con alegría y cazó hasta donde su cuerpo se lo permitió. La parra y los arbustos fueron sus rascadores de elección, y con ellos compartió muchos de sus mejores momentos de juego y descanso”.
“El 24 de junio de 2025 fue su último día en el Campo. Marley alcanzó una edad admirable: 15 años de vida llenos de historia, cariño y lealtad. No fue solo un perro; fue parte del espíritu del lugar, un símbolo de compañía, entrega y alegría. Su memoria vivirá en cada rincón que recorrió, en cada sirena que suene y en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo”.
¡Gracias por tanto, Marley!